
Marina Rinaldi «Doula»
Hace tiempo me quejaba de todo lo que no me gustaba de esta sociedad.
Hasta que llegó un día en que me pregunté ¿qué puedo hacer yo?
Me repetía que si no hacía nada era parte del problema. Necesitaba sentirme parte activa de este cambio, aportar mi granito de arena.
Lo vivido en mis maternidades, junto a mi intuición, me llevaron hacia ese fascinante lugar donde TODO tiene su comienzo: el vientre materno.
«La biología humana prevé que las mujeres vivan la maternidad rodeadas de ciertas condiciones específicas optimas que, desafortunadamente, en la sociedad actual, capitalista y tecnológica, no se dan (o se dan muy poco).»
Por otro lado, es importante centrar nuestra atención también sobre las necesidades básicas de la cría humana. Estas necesidades, aparentemente sencillas, esconden una base de factores compleja, sobre la cual el bebé por nacer y recién nacido edificará su ser en cuerpo, mente y alma.
Conceptos como «serenidad» y «acompañamiento» son fundamentales para que la mujer pueda vivir y recordar la experiencia de la maternidad como una experiencia plena y gozosa, aunque haya una inevitable alternancia de luces y sombras.
El vientre materno es nuestra primera casa, es donde experimentamos las primeras sensaciones y aquí es donde tenemos que dejar que la serenidad florezca.
La conexión y fusión emocional entre madre-bebé se mantiene muy fuerte hasta los primeros años de vida de la criatura. Una mamá serena gestará y criará, desde su centro. Una mamá serena alimentará física y emocionalmente a su cría en paz y por la paz, transmitiendo este valor universal, y muchos otros más, imprescindible para la salvaguardia de la especie humana pacífica y amorosa.
Pues, en definitiva, yo me ocupo de que las mujeres puedan volver a conectar con su sabiduría interna, que se dejen guiar por todo lo que yo defino natural, innato, instintivo y que, sobretodo, vivan con la máxima serenidad posible todas las etapas de la maternidad (incluidas las más dolorosas), sintiéndose en todo momento acompañadas.
Reconozco que nunca me ha sido fácil explicar sin extenderme demasiado qué se entiende por acompañamiento y, puesto que no hay una mamá que sea igual que otra, me resulta complejo explicar exactamente qué hago en mi trabajo como acompañante. En mi experiencia, cada acompañamiento acabó siendo personalizado, a medida, específico por el momento vital en el que se encontraba la mamá y su pareja.
Durante un proceso de acompañamiento miramos todos los recursos internos y externos, miramos las posibilidades, las distintas alternativas y en todo este “juego” la mamá aprende a planear para luego aterrizar suavemente donde ella ha elegido llegar.
Las madres desde siempre han sido y siguen siendo una herramienta de transformación social, aunque esto no se diga. Invertir en el bienestar de las madres, y en su serenidad, es sinónimo de salud social a largo plazo. Las madres no solo nutren el cuerpo de los hijos, nutren también sus emociones, sus pensamientos, su percepción del mundo, nutren sus sueños y esperanzas, nutren su ser y su devenir.
Las mamás nutren el futuro. Yo elegí nutrir las mamás en sus caminos, desde el pleno respeto, con amor y sin juicios, escuchando, apoyando, sosteniendo, animando, despertando reflexiones, confiando.
Poco a poco, un bebé a la vez, vamos todos juntos tejiendo un mundo mejor.
Eva Puig
11.12.2017 at 15:11«Yo elegí nutrir a las mamás»…qué importante es esto y cuánto se nos olvida! Felicidades por un trabajo tan lindo y tan necesario.